lunes, 22 de septiembre de 2008

Limpiando los suspiros...


Salí a la calle y el aire estaba fresco. Ayer llovió. Cayó inmenso su llanto, el Llanto de La Vida. Limpiando los tejados, las terrazas, las calles. Iluminando su manto el foco de las farolas. Mojando los secos jardines de los parques.
Limpiando " los suspiros" que me quedan.
El aire movía las ramas de mi abeto, trayendo nuevas esperanzas, sonrisas futuras, encuentros desconocidos, sabores nuevos. Llevándose mi piel cuarteada, ...lavando mi alma.

Me he quedado en casa esta mañana, pero me siento "conmigo". No espero a nadie, me tengo yo. No esperar... Es como que mueran tus deseos (pero tampoco sé ahora qué deseo). Quiero que entre el aire nuevo en mis pulmones. Si abro las ventanas, mi carne se pone tensa, como hilos de hielo recubriendo mi piel, ...tersándola.

Expulsar los sin sabores. Me cansé del rancio entorno de las mentiras y los "dimes y diretes".
Me canso de esperar a mis deseos. Me agoto de buscar. Ya siento la pereza de encontrarnos.

Quiero andar mis pasos a donde sea que me vayan a llevar. Sin saber muy bien si andaré playas o montes, si pisaré piedras u hojas secas. Aquellas Hojas que con su ruido me despierten en mi paseo, pero me dejen dormidos mis pensamientos. La mente en blanco.


Tocar con mis dedos las gotas que están a punto de caer del borde de una barandilla, y sentirlas resbalar por mi brazo, y caer por mi codo, hasta el suelo. Sentir su frío despertando mi interior a un nuevo horizonte.
Hoy queda el aroma de los árboles mojados, de las hojas frescas, de las flores húmedas.

Ayer el cielo dejó caer sus lágrimas, para borrar las mías con su inmensa potencia, para minimizar mis sentimientos, congelarlos.
Se desplomó, y salí a disfrutarlo, a mojarme bajo el cielo gris del que caía esa manta blanca que empapaba. Abriendo mis brazos al aire, batiéndose una extraña felicidad bajo la humedad de mi ropa. Borrando el dolor empapandolo con cientos de gotas cayendo fuertemente sobre mi piel erizada.

Luego al entrar a mi casa, el rastro del agua en el suelo hacen mi camino, las ropas mojadas llevan el recuerdo. A mi piel bañada la envuelve un sentimiento nuevo, fresco. Me seco, suelto mi pelo y tras la ventana, la observo. Esa Lluvia que sigue cayendo brava, como bravos son los enfados, los desaires, las iras, los dolores. Y en el suelo, quedan planos sus espacios, lo que ocupaba un desaire, lo que llenaba un vacío, lo que pesaba su falta.
Tras el cristal, clavándose las gotas,
me "despiertan". Viene un nuevo "estar" detrás de ellas. Pequeñas y vigorosas, multitud de ellas haciendo perfecta su misión. La gran misión de bañar de limpias esperanzas nuestra alma.

Ya hoy Ellas se han secado. Como se secan las penas en mis ojos, de haber estado tanto, ahí, expuestas. Como se seca la plaza en la que cayó el Llanto de la Vida sobre Mi, cuando se pasa el tiempo.

Espero que siempre llueva, ...para bañarme siempre de Esperanzas cuando estas se me pierdan.